El viaje atrás en el tiempo de Pereza en Siroco
La formación original del grupo se reúne para un concierto privado en la sala madrileña, antes de su cierre por reforma.
Por 'Rolling Stone'
“Controlar cada baldosa del baño del Siroco”: imposible no recordar las canciones de Pereza mientras uno micciona en los urinarios de la ya mítica sala madrileña. Igual que El Penta se ha quedado anclado en los ochenta, Siroco es puro años noventa, y quizá por eso le ha llegado la hora de una reforma que le lave la cara para entrar por fin en el siglo XXI.
Para despedir con honores al viejo Siroco (antes de su cierre durante seis meses) se reencontró anoche la formación original de Pereza en formato trío: Tuli a la batería, Leiva al bajo y Rubén a la guitarra. Tenía sentido el guiño al pasado, pues fue en esta sala, doce años atrás, donde un ojeador de multinacional descubrió a la banda y apostó por ella para grabar su primer disco homónimo.
Varias de las canciones que conformaron ese primer trabajo (Una china en mi zapato, Música ligera, Pereza, Tú qué tal) volvieron a sonar anoche en Siroco, algunas por primera vez en diez años. En la hora justa de concierto, que empezó al filo de la una de la madrugada porque las cuitas absurdas de veintidós tíos en calzones pueden llegar a paralizar todo un país, hubo también espacio para versiones de Leño (Sí, señor), Barricada (No sé qué hacer contigo), Tequila (El rock del ascensor) y Ronaldos (Quiero que estemos pegados); más un par de éxitos más recientes de la banda (Animales, Grupis) que rompían algo el concepto de la velada, pero que fueron bien recibidos por un público (unas 250 personas) lleno de amigos, familiares y grupis como las de la canción.
Tiene sabor escuchar los himnos de Pereza con un sonido garajero, característico de una sala de techo bajo, ahora que nos hemos acostumbrado a escucharlos en pabellones abovedados y plazas de toros. Aunque en la formación actual Tuli se ocupa del saxo y Leiva ha agarrado la segunda guitarra, no parecieron en absoluto oxidados al recuperar sus antiguos instrumentos. Tampoco Rubén tuvo problemas para hacerse cargo él solo de las seis cuerdas y, además, puso la voz principal a la mayoría de las canciones.
Lo que se vio anoche en Siroco fue un viaje en el tiempo, amén de un divertido experimento para recordar el germen de los actuales Pereza. Un concierto más memorable por sus circunstancias que por sus méritos, pero que hizo disfrutar de lo lindo a todos los presentes, empezando por los tres músicos que pisaron el escenario.
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