miércoles, 6 de abril de 2011

CRONICA DE NACHO VEGAS EN OASIS

Texto:  Jordi Ulldemolins   www.a54insitu.com
Fotografías: Estefanía Abad   www.a54insitu.com
 
Haciendo fila para entrar la cosa ya prometía. Desde algunos con llamadas telefónicas para saber si se podría aparcar una moto en la plaza, pues llegaba tarde de Tarragona, a otros que se preocupaban por saber si habría asientos. 
El pipa dejó los instrumentos niquelados, afinados y preparados. Las velas listas, botellín de agua y de cerveza por músico y set list que no hacía falta, ya que prácticamente repetirían.
La entrada de los músicos fue aplaudida sonoramente por el respetable.  En especial,  y como era lógico y  de esperar la de  Nacho Vegas.
Y empezó.
Nacho estuvo muy bien, muy, muy bien. Personalizo en él, pero hago extensivo el elogio a todo el grupo que derrochó talento en un concierto milimetrado, afinado y sublime.
Introdujo a la banda al final de la tercera canción. Se desenvolvió mejor cantando que hablando, y no porqué no fuera de interés lo que habló.  La presentación de “El hombre que casi conoció a Michi Panero” (muchísimo más escueta que otra en Zaragoza) es un ejemplo de ello: “ahora vamos a hacer una canción, que es un ejemplo de lo que yo llamo una canción decadente…”.
Dejó caer  cambios sutiles en versos puntuales. El resultado: pinceladas perfectas en un óleo intimista, trazado en una escala de grises de colosal calidad. Un ejemplo de ello, cuando cantó  “abrí tu puerta de 46 candados”, en el inicio de la segunda estrofa de “Me he perdido”, recordándole a la Rosenvinge que han pasado ya 3 años de aquello.
El público estuvo relativamente atrevido en sus halagos a Nacho; por detrás se escuchó repetir varias veces a una incondicional: primero  lo piropeó con un “¡guapo!”, más tarde probó suerte “ ¿qué haces esta noche, Nacho?”….y ya al final se conformaba con “¡una sonrisa!”. Esbozó una sonrisa de complicidad, pero con Xel, cuando dejándose levar,  quiso soltar un punteo que no salió. Perfecto.
El público se sabía las del último disco, y bien, El público, que coreó el clásico, se perdió en “Hablemos de Marlene” o “Canción de palacio 7”, y estuvo bien en general. Un tanto cantarín por delante y poco decoroso en los fondos dónde ruidos de botellas y cajas registradoras se mezclaba con voces que mejor se podrían haber quedado en la calle.
 
Un concierto 10, en una sala que sonaba mucho mejor que en otras ocasiones, y con un Nacho en mucho mejor estado que la última vez.
 
Jordi Ulldemolins.

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