lunes, 2 de mayo de 2011

Crónica del concierto de Abraham Boba en Valladolid

Crónica del concierto de Abraham Boba en Valladolid: Lecciones de artesanía


02/05/2011 


Durante el concierto, el cantante se quita y se pone la chaqueta de su impoluto traje. Sin perder un ápice de elegancia, Abraham Boba encara los últimos acordes de “Basura madura”. El cuarteto empieza a hacer mucho ruido, en un final explosivo, cuando, de repente vuelca la banqueta del piano del cantante. Sorprende, pero la primera visita, en solitario, de Abraham Boba a Valladolid fue, por momentos, explosiva. Nada que ver con sus -más o menos- comedidas actuaciones como teclista de la banda de Nacho Vegas: ya lo saben, en las últimas visitas del asturiano a Valladolid, Abraham Boba era quien se encargaba de teclados y acordeón.


Su directo tampoco tiene mucho que ver con aquel vigués que hace cuatro años empezaba a publicar bajo el alias de Abraham Boba: todo un crooner para la generación indie que pertrechaba una hábil mezcla de la profundidad cavernosa de Nick Cave, el romanticismo de Scott Walker y el ingenio instrumental de Mastretta. Anoche, en la Sala Experimental del Teatro Zorrilla, poco quedaba de esta faceta; si acaso, presente en una oscura revisión de “Las hermanas Sánchez” o en la reciente “La educación” .


En cambio, estuvo presente un Abraham Boba que suelta lastre, que se ha vuelto decididamente más pop. Ya se intuye en “Los días desierto”, su último disco: mete la directa, aparca los esteticismos y le canta, con una inteligente dosis de mordacidad, a situaciones cotidianas con las que cualquiera puede identificarse (“Podría haber sido peor”, “Fin de año”). Y lo mejor de todo, con una expresividad que pocos se pueden permitir.


Es escena, Abraham Boba dirige sus canciones con mimo, pero con rectitud: observa atentamente a su bajista (Edu Baos, también en Tachenko), a su batería (Pablo Margariños) y a su guitarrista (antes en Atom Rhumba), como encargándose de que le otorguen a las canciones el espacio suficiente para que suenen como un todo orgánico.


Pero sorpresa: cuando Abraham es el protagonista, como ayer, destacan sus pequeños gestos, miradas y fraseos -carisma, vaya- que hacen de él una de las voces más seguras y expresivas del panorama nacional. Con muy poco, dice muchísimo, tal es el sentido de lo teatral de uno de los ¿cantautores? más interesantes de España. Revelador y fascinante tanto cantando como interpretando al piano, al órgano o a la guitarra acústica. Quién lo iba a decir, pero hoy lo podemos afirmar: bendito el día en que Abraham Boba quiso dejar de ser Stuart Staples para buscar una voz propia.

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