A Nacho Vegas (Gijón, 1974) la afición le llegó por la tierra. Igual que se atrevió a actualizar en clave rock el cancionero tradicional asturiano, empezó a seguir los pasos en la pista de su paisano Fernando Alonso. "Me gusta precisamente porque resulta antipático. Con una bordería muy asturiana. La reconozco muy bien. No empatizo con los deportistas perfectos. Él no tiene que caer simpático ni lo intenta. Ni siquiera quiere ser ejemplo de nada. Eso me gusta mucho. Lo de Asturias tira. Ahora también soy un poco del Barça por Villa".
Gracias al piloto, los domingos por la mañana se convirtieron en un buen momento para componer canciones. La tele, con el volumen bajo -"si Alonso se sale, pierdo el interés"-; escribiendo canciones sobre el desamor, la pérdida, el lastre y el abandono. Así escuchó lo de la zona sucia y la zona limpia y así decidió también que, sin duda, él estaba más cerca de la sucia, esa que tiene restos de goma, por donde los coches no siguen el trazado. Por eso decidió titular así su disco, otro éxito de crítica. "La zona sucia es la que me interesa al hacer canciones porque en la zona limpia hay orden, pero las cosas interesantes proceden de lo imprevisto, de lo que no tiene explicación".
Más allá del título, nada en sus canciones hace referencia a su deporte favorito: "Las canciones llegan de todas partes, en cualquier momento, haciendo la compra, hablando en un bar o, sí, viendo las carreras. Pero, no, aún no he escrito nada sobre Alonso". La pregunta no es caprichosa. En 2005, se inspiró en el alpinista Juanito Oiarzabal paraCerca del cielo, incluida en su tercer disco, Desaparezca aquí. De alguna manera el montañero le recordaba a sí mismo: "Si pudiera elegir/ solo un deseo,/ pediría vivir/ siempre cerca del cielo,/ de un cielo tan real/ como el abismo,/ en una guerra tan cruel/ como la de uno contra uno mismo". "El montañismo es lo contrario a la fórmula 1. Es conquistar algo que no tiene fin. Es el mito de Sísifo, el esfuerzo inútil y que no acaba nunca. Subir y bajar montañas sin meterse con nadie. Salvando las distancias, me pareció que era como escribir canciones. Haces canciones para nada y una canción, como una montaña, te lleva a otra. Subir, bajar... Siempre igual. Hasta que ya no te queda nada más".
A Nacho Vegas no le pegan mucho las expresiones de euforia. Por tímido y observador. Aunque el sábado, después del triunfo del Sporting en el Bernabéu, se podía intuir su grito detrás de un sms: "Justicia cósmica, se llama, ay, la madre que me parió, ¡puxa,Sporting!"
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