martes, 29 de marzo de 2011

ENTREVISTA A NACHO VEGAS

«El disco habla de algo que creías sólido, se cae y te quedas con cara de gilipollas»

Nacho Vegas presenta esta noche en el Circo Price su último álbum, «La zona sucia», tras dos conciertos en Madrid con entradas agotadas

La zona sucia es esa que en la Fórmula 1 no se corresponde con el trazado habitual, esa que no está limpia por el constante paso de los monoplazas. Y es también el sugerente título que Nacho Vegas ha elegido para su último disco, que esta noche vuelve a presentar en Madrid, en el Circo Price, tras dos conciertos seguidos (con entradas agotadas) en Joy Eslava.

El alumno asturiano de Dylan y Cohen, el poeta tímido y ojeroso que se obsesiona con las letras y cada vez se siente «un poco menos incómodo» con su voz, escribe ahora de rupturas (la suya con Christina Rosenvinge, la musa indie) y de pérdidas en un álbum muy compacto editado por Marxophone, sello que comparte con Refree (junto a él esta noche en Price), Fernando Alfaro y la promotora de conciertos I'm An Artist.

Con 36, sin crisis de edad -«aunque es un poco extraño cumplir años porque uno siempre piensa que es más niño de los que es»- ni pitillo en la mano -«llevo muy bien la ley antitabaco; de hecho estoy a favor»-, Nacho Vegas vuelve a tejer sus letras desde la oscuridad. Esta vez con coros de niños.

- ¿En qué momento vital estabas cuando escribiste el disco? ¿Por qué tanto sentimiento de pérdida?
- Estas canciones las he ido haciendo a lo largo de los años. No hay un solo momento, pero la sensación de pérdida supongo que llega cuando te das cuenta de que todas las cosas que pierdes están más presentes en tu vida de lo que piensas.

- El título es muy gráfico.
- Lo de las carreras de Fórmula 1 es algo anecdótico, tiene que ver con que las canciones salen de sitios un poco oscuros, un poco sucios. Salen de esos momentos en los que no sabes muy bien por qué suceden las cosas y por qué no acabas de verlo todo claro. Y eso es lo que a mí me empuja a hacer canciones. La otra parte de la vida, la zona limpia, la armoniosa, es la más bonita pero no me funciona para hacer canciones.

- ¿Por qué has incluido coros de niños?
- Me encantan los niños. Siempre sientes que son plenos y felices, y me apetecía meter voces de niños en las canciones para que hicieran contraste con las de los adultos. Al final las canciones están llenas de contrastes.

- ¿De qué va «La gran broma final»?
- Ésta y otras canciones del disco hablan de algo que creías muy sólido, de repente te das cuenta de que es frágil y cuando se viene abajo te quedas con cara de gilipollas. Entonces es cuando te replanteas todo y te cuestionas lo que tienes alrededor. Al final las canciones son una manera de cuestionarte tu vida y el mundo en general.

- ¿Algún tema que te guste especialmente?
- Taberneros. Los coros son de Pauline en la Playa, un grupo maravilloso de mi ciudad, Gijón. Y es una canción que surge de una melodía tradicional asturiana a la que le fui cambiando el ritmo, la letra... Le añadí versos del poeta Martín López-Vega, aunque cuando los cogí no sabía que eran suyos, pensé que eran tradicionales. Se lo tengo que decir cuando me lo encuentre. Este tema es muy sencillo en apariencia, pero tardé mucho en darlo por terminado.

- ¿Te cuesta escribir?
- Me cuesta, sí. Bueno, no es que me cueste porque siempre hay una chispa, sabes que tienes algo de lo que puedes tirar, pero le doy muchas vueltas. Corrijo las letras y me lleva tiempo acabar las canciones. Hay compañeros que hacen temas muy buenos y me dicen 'si tardo más de dos días en acabar una canción, es que no vale'. A mí me pasa lo contrario. Las dejo pasar, de pronto vuelven, se solapan unas con otras. Es todo un lío, por eso es difícil imponerme una disciplina, tan importante para hacer las cosas. Tengo siempre en casa una guitarra cerca, por la calle pienso en canciones que se meten en la cabeza y se van haciendo poco a poco. Pero acabarlas exige disciplina y yo nunca he conseguido ponerme un horario.

- ¿Cómo han evolucionado tus letras?
- La verdad es que no percibo una línea clara. Al final la manera de organizarlas en un disco es como un río que va cambiando de curso sin que tú sepas muy bien cómo. En este álbum parece que la mayoría tiene un nexo común, pero en realidad cuando las hago están desordenadas en mi cabeza y no lo acabo de ver. Sólo lo veo cuando las escucho desde fuera, y entonces me doy cuenta de que pertenecen a un determinado momento. Cuando miro atrás veo que en ese momento yo era otro, que tenía otras obsesiones. Y al final, cuando las llevas al directo y las actualizas, vuelves a encontrar cosas que hablan de ti.

- Nacho Vegas ya no habla de bajones ni polvos marrones...
- Cuando haces música siempre tienes que contar con los bajones. Es una montaña rusa: hay momentos de mucho desánimo, otros en los que piensas que lo que estás haciendo es mejor de lo que realmente es. Y aprendes a lidiar con ello. Las drogas estaban más presentes en otros trabajos. Se colaban en las canciones igual que se cuela la playa de San Lorenzo porque la tengo cerca. Son cosas que afectaban a mi vida y a veces también servían como metáfora. Pero bueno, creo que es un tema agotado. Creo. No sé...

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